El proyecto se inicia en 2016 y durante más de dos años se ha trabajado dando forma en i+d+i a su “fábrica del hojaldre”.
Se han analizado tendencias en alimentación, evaluado y actualizado recetas tradicionales, innovando y creando productos que mantienen su esencia, pero que elevan el producto a un nivel hasta ahora no alcanzado.
El resultado, una cocina central y una planta de elaboración donde se consigue un producto de calidad capaz de superar las necesidades y exigencias de los consumidores más exigentes, garantizando su seguridad alimentaria, con controles de calidad en materias primas y procesos.